Había una vez un caballero que, en nombre del reino de Extremadura, luchaba y peleaba por mantenerlo y representarlo por los campos de primera división. Ese caballero lucía rayas azul y grana y tuvo que medirse, el sólo, a Imperios enteros. Era bajito, delgado y todos querían medirse a el por su debilidad. Durante el año 97, el guerrero, dícese en representación de la localidad de Almendralejo, se había medido a los rivales mas fuertes del Imperio Villarista. Sufrió tempestades y emboscadas en sus rutas norteñas del Imperio , dicen que había un guerrero por esas tierras que era buenísimo y que representaba al imperio deportivista, un tal Rivaldo. Aguantó a sus rivales en una lucha sin cuartel en los reinos de al-ándalus frente los robustos y potentes guerreros Béticos y Sevillistas. Hubo peleas trepidantes ante imperios catalanes disfrazados de pericos y ronaldistas y otros fuera de la península que se hacían pasar por chicharreros. Pero lo que nadie esperaba, es que, a falta de dos batallas para el juicio final, el guerrero de Almendralejo no hubiese desistido y siguiese en pie. El defensor del reino era un "mono"llamado Montoya y tenían un bombardero muy eficaz, Silvani, que fusilaba a sus rivales . Pero llego el momento de visitar al más fuerte, al más potente de todos. Les esperaban el maestro Capello y sus gladiadores. Estos necesitaban dos victorias para apoderarse del Imperio Villarista. El caballero de Extremadura, fiel a su tozudez, sacrificio y honestidad aguantó una embestida tras otra del Maestro Súker, el mago Mijatovic y sus secuaces Seedorf y Raúl. A la quinta embestida, el caballero de Almendralejo cayó fulminado al suelo del Santiago Bernabéu y acabo con un mito que, años después, volvería a repetirse. Gracias Extremadura por aquellos años de alegrías para tu tierra, fuimos muy felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario