Inexplicable es el hecho de que algunos periódicos amaneciesen alabando la figura de la estrella que está a punto de llegar - no era el momento-, cómo inexplicable es también que en otros medios todo acabase desembocando en una batalla dialéctica entre forofos de uno y otro club.Sin embargo, y cómo viene siendo habitual últimamente cada vez que entra en escena "la roja", Vicente del Bosque vuelve a ser el señalado número uno. A veces pienso que ciertos sectores no quieren que las buenas personas triunfen, cómo si no tuviesen derecho por la razón de no haber vendido el alma al diablo. La prudencia está mal vista, así cómo el no salirse del carril en su discurso está visto cómo una demostración de falsedad. Algunos ensalzan la figura de Luis Aragonés - tenemos memoria para lo que queremos-, mientras que otros vuelven a escudarse en aquello de "a ese equipo lo entrenaría yo".
Cómo se dice en términos taurinos "que fácil es ver los toros desde la barrera". En momentos donde no se da todo de cara, es donde la crispación y la locura se apodera de nosotros, de esos empedernidos aficionados que vemos en el fútbol el clímax de la pasión y la extenuación. Sepa perdonarnos Don Vicente. Aguante.
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