Te ilusionas con el entrenador, te imaginas un equipo rompedor que se pasea por los campos de España y compite de tú a tú con los grandes de Europa. "Este año si", "el año de la décima", y te pones a ver vídeos en casa de los futuribles, discutes tomándote una caña con los amigos de ese gran imperio que va a gobernar el cetro del fútbol europeo, el Real Madrid volverá.¿Quién no ha tenido en los últimos años esa sensación..?. La misma que cuando allá por el verano de 2004 teníamos cuando aterrizaban Walter Samuel, Woodgate o Michael Owen. La misma que, un año más tarde sentíamos cuando Robinho se besaba el escudo o Baptista cambiaba Sevilla por la capital.
Una venta de ilusión a gran escala que seducía a todos los aficionados blancos. Porque, eso si, el señor Pérez ha sido un encantador de serpientes nivel "top". El súmmum llegaba en el año 2009, cuando se debía de hacer en un año lo que en tres y se vislumbraba en el horizonte el - dicho por muchos medios - "proyecto más grande y ambicioso de la historia del fútbol".
Una vez recordado esos momentos mágicos llenos de ilusión para los madridistas nos plantamos en el presente. Cinco títulos de treinta posibles, ocho entrenadores en diez años. 26 bajas, 20 fichajes y un desembolso de 400 millones de euros en su tercer mandato a cambio de un pobre palmarés de una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa de España
Eliminaciones cochambrosas de Liga de Campeones, sonrojantes derrotas coperas, y lo más doloroso, ver cómo el eterno rival se vanagloriaba de éxitos en forma de títulos a la vez que el gran imperio construido por Florentino se tambaleaba una vez sí, y otra también.
El Don Quijote del S.XXI vuelve por sus fueros, y lo hace con fuerza. Con Zidane cómo hombre clave de un nuevo megaproyecto, la cantera volverá a ser importante con el fichaje de Carvajal. Cantera, esa gran defenestrada de estos tiempos. Además, con Isco se recuperará el producto nacional, lo cual el Madrid volverá ser el equipo señor y con valores, pero no nos engañemos, para odiar al Madrid, siempre hay una buena excusa. Nuevas ilusiones, nuevos sueños.
La ficción supera a la realidad en el Real Madrid. Una realidad que no entiende de un modelo, que quiere ganar pero no sabe cómo llegar a la victoria, y lo más importante, volverá, cómo todos los veranos, a perder la batalla ante el deseo y el anhelo de un cambio de era.
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