martes, 3 de febrero de 2015

El fútbol no es lo que era

No me gusta. No me gusta nada al punto donde ha llegado el deporte rey a día de hoy. Un argumento valorado de puertas para adentro, es decir, ciñéndome únicamente a la situación del fútbol español. Aunque es cierto que no solo en territorio nacional se está viviendo está situación de depresión futbolística . Es triste observar las gradas semi-desiertas de un templo del fútbol cómo es San Siro cuando Milán o Inter hacen gala de su condición de local – su caótica situación tampoco invita a ir al campo - , cómo chirriante es también la dudosa credibilidad que, a día de hoy, posee el máximo organismo de este deporte.

Pero vayamos a lo nuestro, que al fin y al cabo es lo que vivimos de cerca y que, pese a todo, sigue siendo uno de los mayores provocadores de una incipiente fuga de cerebros. Reconozco que me he vuelto un tanto clasista con el paso de los años a la hora de analizar la situación del fútbol español. Irrupciones de mesías que desembocan en nuestro país bajo la etiqueta de salvadores empiezan a convertirse en algo habitual. Tiburones que aprovechan el tirón del fútbol para expandir sus negocios por el continente europeo. El hincha, cansado de mentiras y falsedades de sus dirigentes, reciben a estos salvadores con los brazos abiertos, con la ilusión de que esos años pasados de agonías y desencantos desemboquen en un final feliz para el club de sus amores.

Son las consecuencias de enfocar todo lo que rodea a este deporte hacía un fin. Y ese fin se llama negocio. Las necesidades van creciendo a medida que el fútbol se encamina más y más hacía ese modelo. Los clubes, ahogados en su desesperante situación de endeudamiento, se ven obligados a tomar medidas impopulares en aras de no ser absorbidos por el ciclón.
Es ahí cuando me niego rotundamente a aceptar aquello de que tenemos la mejor liga del mundo. Mentiría si dijera que no me congratula ver a Messi, Neymar, Cristiano Ronaldo, Bale o Arda Turam jugando en nuestro fútbol. Dicho esto, pienso humildemente que el mismo derecho tiene a disfrutar de estas estrellas tanto el que puede pagarse un abono de la temporada para ir al Bernabéu, cómo el que anhela con pisarlo alguna vez y no puede.

Hay días de partido que cuando uno se pasea por los aledaños del feudo madridista tiene dudas de estar en el Paseo de la Castellana o en el Suzuki Stadium. Chinos, japoneses, guiris, cataríes y un sinfín de nacionalidades de diversa índole se dan cita en las proximidades del estadio para disfrutar del pack completo que ofrece el Real Madrid. Una visita guiada por el tour del Bernabéu que acaba desembocando, curiosamente, en la tienda oficial para poner punto y final a una experiencia de ensueño. A renglón seguido, comienza el partido del Real. Noventa minutos para disfrutar de toda la magia y el embrujo del estadio Santiago Bernabéu

Sin duda, el fin de semana en Madrid va a ser rentable. Y si quieres más, puedes acercarte el domingo por la mañana al Palacio de los Deportes para ver al equipo de baloncesto.
Pura parafernalia enfocada para aquellas personas que pueden permitirse ese tipo de licencias. Y en el otro lado, los soñadores. Los que desean con todas sus fuerzas gritar un gol de Cristiano dentro del Estadio. Aquellos que gozarían de la más absoluta felicidad si pueden tocar de cerca la décima. Harían lo que fuera por estar presentes en el estadio, alentando a sus jugadores en unas semifinales de Copa de Europa frente al Bayern de Munich. Es decir, esas personas para las que no está enfocada el mundo del fútbol a día de hoy.

Me comentaba recientemente un amigo que el haber estado presente en el Real Madrid – Celta de Vigo había sido una de las mejores experiencias de su vida. También decía que, cómo tenía dudas de cuando volvería a darse de nuevo la ocasión, aprovechó para hacer el Tour y  comprar algunos artículos de la tienda oficial. Era inevitable su rostro de emoción. Cómo fue el de un servidor cuando presenció “in situ” el Real Madrid – Deportivo de la Coruña de la Supercopa de España. Todas las primeras veces permanecen por siempre en el recuerdo.

Desgraciadamente, el fútbol se ha desmarcado de las clases sociales. Una oferta de ocio y entretenimiento al alcance de los bolsillos más generosos. Equipos cómo el Real Madrid o el Barcelona ven en este modelo el clímax de explotación de su marca. Son tantos los aficionados a uno y otro equipo que los desproporcionados precios no se van a ver resentidos en el colorido del ambiente cuando hay días de partido. Y en el otro lado, clubes cómo Getafe, Almería, Levante etc….víctimas de este modelo, resentidos sobremanera en la presencia de aficionados en las gradas.


Es una senda de difícil retorno. El fútbol ha tomado un camino oscuro, alejado del hincha de a pie. Si a eso le añadimos las disputas entre Tebas y Villar, la carencia de sentido en algunas medidas tomadas recientemente en cuanto a la violencia en los campos de fútbol, o la sombra de la duda emergente acerca del amaño de partidos, podemos llegar a la conclusión de que, hoy por hoy, estamos alejados de ser una liga ejemplar, ni mucho menos la mejor del mundo. Por mucho Messi, Neymar, Cristiano Ronaldo, Bale o Arda Turam que haya.

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