Sigo sin entender por qué me
sorprende, pero me sorprende. Sobrepasado el primer mes de campeonato, nos encontramos
con un decorado que, en los tiempos recientes, se ha convertido en un clásico “allá por la Castellana”, - parafraseando
al técnico del Rayo Vallecano, Paco Jémez-.
Nueva era,
nuevo impulso……y nuevos palos. Rafa
Benítez era presentado como nuevo entrenador del Real Madrid allá por el mes de Junio. En su presentación, se podía
evidenciar que el técnico madrileño, por fin, había alcanzado ese sueño
anhelado de entrenar al equipo de sus amores.
Pasados los
meses, ese halo de romanticismo que podía generar el protagonista, ha sido
sustituido por los atroces ataques dilapidarios de los que le estaban
esperando. No, Rafa Benítez no es un
tipo que caiga simpático. Nunca lo ha sido, y me temo, nunca lo será. Su
carácter introvertido y su fama de ‘amarrategui’ se han encargado de
generar un concepto áspero del entrenador. Ni
su paso por las categorías inferiores del Real Madrid le otorgan el don de la
paciencia del que gozan los que han mamado madridismo. En ese sentido, creo
que el hincha no ve reflejado en Benítez tal sentimiento. Sus más de quince
años alejados del club de Chamartín, unidos a sus largos periplos por Inglaterra e Italia, han difuminado esa imagen de hombre de la casa.
Pero
centrémonos en el riguroso presente. Tras siete jornadas de Liga y dos
encuentros de Liga de Campeones, el
bagaje del Real Madrid es de seis victorias y tres empates. Un balance más
que positivo para un proyecto que acaba de ver la luz. No voy a utilizar ese
serial de victorias y empates para lanzar un dardo a favor del encumbramiento
de Benítez, pero, humildemente, creo que
la premisa básica de los proyectos iniciales,hasta que no se mecanicen los
movimientos, es no perder comba con los de arriba, centrándonos, en este caso,
en el Real Madrid.
Remontándonos
en el tiempo, la situación que está viviendo es
similar a la que vivió hace dos años Carlo
Ancelotti. Técnico que llegó en contra de la voluntad del aficionado y que,
en sus inicios, también fue verdugo de un sector importante del madridismo.
Luego ya saben, Copa del Rey y la
ansiada décima reluciendo en la sala de trofeos del estadio Santiago Bernabéu.
Llegados a
este punto, creo que la cuestión no es ‘A
qué quiere jugar Benítez’. Pienso que el debate va más allá. En ese
sentido, la pregunta sería: ¿Qué quiere
el Real Madrid?. Desde que Florentino
Pérez regresara en 2009, cuatro entrenadores completamente opuestos los
unos a los otros han pasado por el banquillo de Chamartín. De Pellegrini, a Mourinho, de Mourinho a Ancelotti, y de Ancelotti a Benítez. Mismo
discurso para fundamentar ese bailes de técnicos, ya sea ‘encontrar un nuevo impulso’, o por el contrario, ‘buscar la
excelencia del buen fútbol’.
En el momento
en el que el Real Madrid hace oficial el fichaje de Benítez, la mayoría podía
intuir el equipo que querría el técnico. Líneas muy juntas, parcelas bien
cubiertas y contraatacar para matar. Benítez no engaña a nadie, como tampoco lo
hace Mourinho. Por eso, me sorprende sobremanera el impacto que ha generado la
famosa sustitución de Benzema por Kovacic en el Vicente Calderón. ¿Acaso hizo algo de lo que no estuviera
acostumbrado años atrás?.
El curso
acaba de empezar, y amigo madridista, no espere que este equipo vaya a ejecutar
el fútbol del Barça de Guardiola ni que vaya a marcar una
nueva era del balompié, pero eso no es problema de Benítez, es de una alarmante
crisis de identidad. De lo que no tengo duda, es de que, con paciencia y serenidad, el técnico madrileño conseguirá hacer un
equipo sólido que consiga llevar al Madrid a su primer y único fin, y ese no es
otro que el de levantar títulos.



No hay comentarios:
Publicar un comentario