Impredecible
como los días de Abril. Así es el Real
Madrid actual. Un hábito que siempre entendió más de las rayas azul y grana
que del blanco puro, pero los tiempos han cambiado. Las persecuciones
arbitrales ya no provienen de la capital de España, es más, ahora hay un conglomerado de trencillas
puestos a dedo por Bartomeu cuyo único fin es hacer vencedor al Barcelona.
Por ahí se
explica la debacle del Real Madrid en Wolfsburgo.
No, esta vez no hubo mano negra. Habrá quién de algo de validez a esta teoría por
el fuera de juego de Cristiano, pero
esos detalles ya no tienen fuerza de peso ante una afición agotada.
Es más, ‘agotada’ es la forma más diplomática que
se me ocurre de plasmar el sentir del hincha del Real Madrid. Cinco días
–los que fueron de la victoria en el Camp Nou a la derrota en Alemania- donde
se resumen perfectamente la trayectoria reciente del club de Chamartín.
Alegrías
esporádicas, sin continuidad en el tiempo, que acaban salpicadas por un sonrojo
mayúsculo. Como fue el del Miércoles, como fue también la temporada pasada el
del Schalke 04. Capítulos negros que
pasan ya a la historia de grandes debacles blancas, pero esos menesteres no nos
atañen ahora, sobre todo si, al igual
que éste plumilla, piensas con una firmeza absoluta que el Madrid va a remontar
el Martes en el Bernabéu.
La venta de
ilusión ya se ha puesto en marcha. Apreciamos portadas de periódicos con
mensajes de remontada. Columnas, artículos y editoriales que vuelven a poner a
mil al aficionado. Que conste que no estoy ni a favor ni en contra de ello. Son días de agitar las emociones del hincha,
y tampoco hay que hacer un velatorio de cada decepción del Real Madrid. En ese
caso, el índice de depresiones se dispararía y psicología sería la carrera más
demandada –no tengo nada en contra de los psicólogos-.
Los
programas de radio y televisión se enzarzan en eternos debates de todo tipo.
Gurús del madridismo y mesías abrazando el verbo, lo que unidos al altavoz de
las redes sociales, se encargan de montar el gran circo, un show que todavía no
consigue aclarar la que es, a priori, una pregunta más simple que él asa de un
cubo: ¿Qué le pasa al Real Madrid..?.
Llegó Zidane, se fue Benítez. El incendiario Mourinho
también tuvo que hacerse a un lado, señalado como el caótico culpable de la
sequía de títulos. Llegó el pacificador ‘Carletto’,
pero la ansiada décima tampoco sirvió para tener un bonus. Entrenadores,
directores deportivos, gente de la casa, fichajes de campanillas…….Recetas,
recetas y más recetas cortoplacistas en busca de la tecla, ¿Y cuál es la tecla..?, de momento, remontarle el Martes un 2-0 a
todo un Wolfsburgo.
De ahí en adelante, cualquier
cábala es posible, incluso la de ver a Sergio Ramos levantando la orejona en
San Siro. Sin duda, la mayor de las alegrías que podría recibir el
aficionado, pero también la peor de las opciones para dar de una vez con eso…¿cómo
era..?, si, con la ansiada tecla.
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